¿Por qué nos sentimos bien en la naturaleza? Además de la vida que acoge, los colores, los olores, la luz, las formas, los sonidos, los contrastes etc. ¡El aire que respiramos en la naturaleza es rico en iones negativos!
Los iones son átomos o moléculas con carga positiva o negativa. La ionización es el proceso por el cual un átomo neutro o molécula que contiene el mismo número de protones que de electrones, pierde o gana un electrón y se convierte en un ion. Un ion negativo es un ion que ganó un electrón.
¡Qué bien nos sentimos cuando contemplamos el fuego o el mar! ¡El cuerpo es muy sabio! Mientras que junto al mar se han contabilizado más de 2.000 iones de oxígeno negativos por cm³, en viviendas con humo de tabaco solo se han medido 200 por cm³. Las concentraciones de iones medidas con un ionómetro en una aula reflejan que el número de iones positivos se mantiene constante, mientras que los iones negativos se habían agotado casi totalmente al cabo de una hora. Cuando el aire interior se carga de CO₂ (a causa de la respiración y la falta de renovación del aire), la ionización puede anularse del todo.
La ionización del aire predominantemente positiva produce presión en la cabeza, cansancio, bajada de tensión sanguínea, dificultades respiratorias. Estudios extensos han mostrado que la mayoría de las personas experimentan de manera desagradable un exceso de iones positivos. Los iones negativos, cuando predominan, despiertan casi siempre sensaciones agradables, mayor entusiasmo en el trabajo y disposición para el esfuerzo. La ionización negativa mejora la composición sanguínea, estabiliza la respiración, estimula el metabolismo y el crecimiento, propicia la actividad motriz y el rendimiento. Los iones regulan la formación de serotonina. La producción reducida de serotonina cuando hay iones negativos tiene una influencia beneficiosa en la actividad nerviosa, de las glándulas y la respiración, así como el crecimiento celular. Si predominan los iones positivos se produce una mayor formación de serotonina, que conduce al malestar, irritabilidad, trastornos del sueño, dolores, calambres y cuadros de pánico.
El exceso de iones positivos en la atmósfera se puede atribuir al impacto de la sociedad industrializada: monitores de ordenador, electricidad estática, gas y humo como resultado de la combustión, el calor y la alta humedad, etc. Las calefacciones tienen también un efecto particularmente intenso. El movimiento del aire (calentamiento por convección) hace que los átomos y moléculas se descarguen. Cuanto más altas, extensas y sostenidas sean las cargas electrostáticas en un espacio, tanto mayor es la reducción simultánea de los iones naturales del aire. Temas como la wifi, materiales artificiales contribuyen en el descenso de los iones negativos dentro del ambiente. Existe una interacción compleja y delicada de los iones del aire, el polvo, la humedad atmosférica y la electrostática.
Por lo tanto, una renovación permanente del aire es imprescindible, entre otras razones por la necesidad de suministrar al organismo especialmente oxígeno de carga negativa. ¡Otra vez ventilar como medida económica para mejorar la calidad ambiental! Véase Trucos para hacer tu casa más saludable.