Habíamos considerado siempre la contaminación por plásticos, de nuestros mares y océanos, una consecuencia del consumo descontrolado e irresponsable de este producto ¡Hay innumerables noticias al respecto! Destacamos el documental “Océanos de plàstico” que el programa de TV2, “La noche temática” dedicó hace ya algún tiempo al tema pero todavía sin resolver. Destacar esta frase que hemos extraído de su resumen y que nos refleja la magnitud del problema: “Cada hora se arrojan al mar 2,5 millones de piezas de plástico”
Revisando la revista GEA nº 75 nos ha sorprendido leer la siguiente afirmación: “Las lavadoras contribuyen a la contaminación plástica de nuestros océanos” ¿Cómo es posible? Sabemos que una lavadora contamina por su consumo energético y por un consumo exagerado e irresponsable de detergentes no ecológicos. Nunca antes hubiéramos culpabilizado a una lavadora de la contaminación por plástico de nuestros mares. La lavadora es indirectamente responsable. El verdadero causante son las prendas sintéticas que lavamos en la lavadora.
Después de analizar las aguas residuales de una lavadora se descubrió que tras un lavado, una prenda, puede desprender 1.900 fibras. Las fibras son plásticos utilizados en los materiales de la ropa (acrílico, polietileno, poliamida y poliéster). Estas fibras se desprenden de la ropa y su fin está en los océanos. De esta noticia, cuya fuente es un estudio publicado en la revista Environmental Science & Technology, deducimos 2 necesidades:
-Reducir el nº. de lavados. Cuándo no existían lavadoras, la gente era más cuidadosa con sus hábitos. Lavar la ropa conllevaba muchos esfuerzos y por ello se tomaban medidas. Al entrar en casa la gente utilizaba un delantal, especialmente en la cocina.
-Reducir el consumo de prendas sintéticas y abogar por un consumo de prendas ecológicas echas con productos naturales y biodegradables. Si eres deportista y no puedes remediar el consumo de prendas técnicas, consigue ya tu Bolsa de Lavado Guppyfriend.
Gracias Velizar Ivanov por tu foto en Unsplash. Una triste metáfora de como el consumo excesivo de plástico está provocando que el ser humano se ahogue en sus propios desechos.
